miércoles, 19 de agosto de 2015

Programación en salud



LA DIFERENCIA ENTRE PROGRAMAR Y PLANIFICAR TAREAS 

Productividad, no es ni más ni menos que el conjunto de conceptos que te permiten alcanzar tus objetivos de la manera más eficaz posible. Como seres humanosperseguimos más de un objetivo, y a todos ellos debemos dedicarles tiempo, atención y recursos para sacarlos adelante.
Pero he aquí el problema, no podemos hacerlos de uno en uno. Por ejemplo, en condiciones normales, no podemos parar de trabajar para aprender inglés intensivamente, o no podemos coger el hábito de hacer deporte en 1 semana (se necesita la constancia de varias).

Coordinar objetivos y sus acciones

Como estamos obligados a convivir con varios objetivos, necesitaremos coordinar sus exigencias. No podemos trabajar en el mismo momento en 2 frentes distintos ni podemos reservarle a cada objetivo más tiempo por separado del que disponemos si sumamos todos los objetivos juntos.
Pues bien, aquí viene la artillería. Para que 2 o más proyectos puedan ocupar tu cabeza tienes que saber coordinar bien cuando llevarás a cabo las acciones de cada proyecto.
Esta coordinación se consigue gracias a primero la planificación y luego la programación.

La planificación

Planificar (= plan, ~estrategia). Sirve para determinar en una semana la cantidad de horas que le atribuyes a cada proyecto. Planificar es hacer una lista, y en esa lista figurará cada proyecto y el número de horas que le reservas para esa semana (Instrumento musical: 8h, Libre: 16h, Deporte: 4h).
La planificación sirve para:
  • Decidir cuánto tiempo dedicamos a cada proyecto
  • Saber cuándo una semana es imposible, antes de que pase
  • Abrir un nuevo proyecto cuando podamos prever disponer de tiempo
  • Saber cuándo un proyecto no va a avanzar (si planificas 0 horas para él)
La planificación no dice qué acciones concretas harás en ese tiempo, sino que indica el tiempo que cada proyecto necesita. La planificación tiene en cuenta el tiempo disponible (¡que varía cada semana!), y te permite ajustar en cada objetivo en función del tiempo del que dispongas.
Una buena planificación te quita mucha presión. Para empezar, todos tenemos demasiados deseos, pero sólo disponemos de un número limitado de horas. Esta vista te hace ser realista: hay que elegir.

Algunas conclusiones rápidas

  • Lo que no haces, o no tienes tiempo para ello o está fuera del plan porque hay algo más importante antes. Y recuerda, lo prioritario es lo importante, aquí tienes explicada la diferencia si dudas entre ambas. En tal caso no es culpa tuya que no avance ese proyecto, simplemente es imposible (¡así que deja de sentirte mal si no puedes con todo!).
  • Una semana no tiene 7×24 horas disponibles, ya que usas unas 8 en dormir y unas 40 o más en trabajar y transportes. Algunas semans tienes más tiempo disponible que otras.
  • Resérvate tiempo libre. Si no lo haces acabarás rebelándote una y otra vez e ignorando tu planificación. Recuerda que todo día debe tener 2 elementos imprescindibles.

La programación

Programación (= programa, ~ruta a seguir). Programar es adjudicar a tus planes, el momento exacto en que harás cada cosa. En tu plan, habías atribuido a cada proyecto un número de horas diferente. “Programar la semana” es traducir esas necesidades en un programa (un horario) que te diga en qué proyecto trabajas cada día.
Programar la semana sirve para:
  • Saber en cada momento qué te corresponde hacer y por lo tanto poder concentrarte sin preocuparte por el resto.
  • Poder dedicar a cada proyecto su lista de tareas, lo cual te evita tener una gran lista con muchas tareas que no es el momento de hacer o no dispones de los medios.
  • Poder usar inteligentemente tu tiempo libre. Porque si hay un concierto en la semana de exámenes finales y te lo puedes permitir, ¡debería ser anticonstitucional que no te organices bien!
Antes de programar a lo loco, igual que con la planificación, debes mirar los compromisos que ya tenías. No programes nada encima de una cita al dentista porque ese tiempo ya está ocupado. Sin embargo, antes o después de la cita, será el mejor momento para programar tareas que se deban hacer cerca.

Algunas conclusiones rápidas

  • Si programas el 100% de tu tiempo disponible, tienes 0 margen de error para imprevistos, no te pases de estricto y asume que dispones de menos tiempo del que pensabas.
  • Si no sigues tu programa puede que seas un poco más flexible, pero desafiando a tu programa no sólo deberás recuperar el tiempo usado en otra cosa, sino que vas a tener que gastar tiempo en reorganizar (a menos, claro está, que hagas menos cosas = menos productivo).
Para ampliar los conocimientos al respecto les invito a revisar la presentación que encontrarán en el siguiente link  


Qué es un programa de salud



Un conjunto organizado, coherente e integrado de actividades y de servicios, realizado simultanea o sucesivamente, con los recursos necesarios y con la finalidad de alcanzar los objetivos determinados en relación con los problemas de salud precisos y para una población determinada

Esta es la definición que da Pineault. Se ha subrayado en negrilla los elementos fundamentales, que en un orden cronológico serian: problema de salud-objetivos-actividades-recursos. De la definición se desprende un quinto: la evaluación, que da cuenta de la consecución de objetivos, la idoneidad de actividades y la adecuación de recursos para conseguir los objetivos enunciados.

Para que sirve programar en salud pública.

La utilidad de la programación esta basada en considerar:

1. El programa como reflexión: programar es pararse en medio de la rutina y pensar sobre lo que estamos haciendo y sus efectos. La reflexión permite valorar la pertinencia: ¿nuestras acciones son pertinentes respecto a nuestras competencias y nuestros objetivos? Permite analizar la coherencia entre lo que se enuncia institucionalmente y lo que se hace, entre lo que se persigue y lo que se consigue. Un proceso de programación potente es un gran elementoantiburocrático: dificulta que se actúe de forma repetitiva, alienada y desligada de los fines. La programación es muy indiscreta: es capaz de señalar contradicciones institucionales. Como dijimos antes, pone en evidencia la diferencia entre lo que se dice (en los documentos oficiales y los discursos) y lo que se hace. Por ello, desvela la diferencia entre los que la institución “piensa” y lo que dice (y no dice); y entre lo que dice y lo que hace (o no hace).

Precisamente por este potencial antiburocrático y ese carácter indiscreto (un buen programa puede ser no solo indiscreto, sino hasta impertinente, pues señala la falta de pertinencia), es común que en las instituciones se ponga en juego mecanismos para “aguar” el proceso de programación y burocratizarlo. Forma parte de la propia dialéctica entre el cambio y la conservación de las instituciones. Siempre hay que considerar que las instituciones, por definición, son conservadoras. Sin embargo, hay que contemplarlas más bien como “organismos vivos” que pasan por procesos de nacimiento, crecimiento, maduración, envejecimiento y muerte. Por ello, bajo mi punto de vista y experiencia, no es lo mismo programar en un momento de nacimiento y crecimiento (momento instituyente) que en uno en que dominan las dinámicas de asentamiento, conservación y envejecimiento (momento instituido). En este segundo momento, los pseudo-programas y las dinámicas de “aguamiento” y burocratización de programas estarán más presentes. En el primer momento, en cambio, se abren más posibilidades de reflexión y revisión colectiva de la acción. Es decir, se programa mejor.

2. El programa también se puede contemplar como un consenso. En salud publica, por las características de los profesionales implicados (son necesarios profesionales con iniciativa, imaginación, capacidad constante de análisis, innovación e implicación social), fracasaremos de forma segura si limitamos la programación a un mero proceso de estandarización o protocolización de actividades. La participación de “los pares” en el proceso de diseño y seguimiento del programa es imprescindible.

Como fruto de la reflexión previa, sobre qué estamos haciendo y qué efectos conseguimos, se pasa a acordar en qué debemos cambiar nuestras acciones. Este cambio se basa también en el análisis de la diferencia entre lo ideal y lo posible: que debemos y que podemos hacer. Esto nos lleva al campo de la priorización:
  • Entre los diferentes problemas de salud, cual elegimos abordar.
  • Teniendo en cuenta los diferentes determinantes del problema, sobre cual actuamos.
  • A la vista de toda la población con el problema (en diferente grado) y los recursos que tenemos, qué población diana recortamos.
  • A la vista de las diferentes alternativas de intervención, instrumentos, acciones, y del conocimiento de su eficacia en situaciones similares, a cual vamos a dar especial preferencia.
Los programas también suponen un consenso en el cómo hacerlo. Que cosas hacer todos igual y que cosas no.  Tenemos que crear espacios en que pongamos nuestras acciones en común, consensuemos lo que debemos hacer de forma similar, dejando a la vez espacios para la diferencia en función de lo específico. Sin que eso signifique, que lo especifico de la actuación de un profesional sea del orden de lo privado. Es decir, que el interés colectivo este sometido al capricho y privilegio del profesional de turno y la acción (de este o esta) sea invisible al ojo de lo común. Tendremos pues que establecer también espacios para analizar lo específico, la excepción: para hacer un análisis colectivo de lo que hemos hecho todos por igual y lo que hemos hecho diferente, y revisar ambos a la luz de los resultados.

3. Finalmente, el programa se puede contemplar como un contrato. Un contrato entre iguales fruto del consenso antes mencionado. Pero también un contrato de los profesionales con las dirección, en que se especifica y selecciona qué es lo que vamos a hacer en un periodo de tiempo, qué resultados vamos a buscar y como vamos a evaluar estos resultados. El documento del programa es un contrato, que a la hora de hacerse público, permite a la sociedad pedir cuentas a la institución y sus profesionales. Forma parte, de otro programa: el programa electoral, y este marco ideológico-político debe de alguna forma introducir condicionantes en el plan (prioridades, estrategias, metas) y por derivación en los programas.

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